Solo el amor ordenado nos hace libresTodo es según el cristal con que se mira y esto hace que, como dice Bert Hellinger “tengamos un problema de visión” para ver nuestra propia vida.
Hoy somos víctimas, y mañana victimarios o perpetradores.
Si no existiera en las víctimas el odio y la sed de venganza, no perseguirían a sus víctimas hasta querer verlas destruidas, tal es así que cuando la justicia da su fallo, nunca alcanza para que la víctima se sienta compensada. A veces se necesita hacer justicia por mano propia.
Tanto es así que las víctimas se transforman en victimarios frente a quienes les hicieron daño. Y luego pueden decirles “yo igual que tú” “somos iguales”.
La energía que ambos ponen en juego es energía de odio, energía asesina.
Para no sentirnos igual a nuestro perpetrador justificamos nuestra venganza con “él empezó”, llegando al bíblico “ojo por ojo y diente por diente”.
Nuestra parte adulta, sabe que somos parte de un juego del que tenemos que hacernos responsables.
Sólo un niño no asume la responsabilidad, aunque su accionar represente sin dudas las lealtades familiares de sus padres, haciéndose cargo así del odio reprimido de aquellos.
Nuestro odio proviene de una lealtad a nuestro sistema familiar, a quienes en algún momento les dijimos “yo como tú”, “yo por ti”.
Muchas veces llevamos la necesidad de defender algo y nuestra alma sabe que no es nuestro, pero no podemos parar. Es algo que viene de muy lejos y nuestra defensa de esos “débiles” del sistema nos asegura un lugar de pertenencia en nuestro sistema familiar. Escuchamos de ellos “Eres uno de los nuestros” y sentimos el orgullo de serlo, aunque ello nos limite en nuestro crecimiento.
Preferimos enfermarnos, detener nuestra vida, nuestros proyectos y hasta morir por miedo a perder la pertenecía.
Soltar el odio es liberador, pero el costo es alto. Como dice Bert Hellinger “no es barato” ya que sabemos, en nuestra alma, que nos puede costar la pertenecía.
No hay otro camino que el reconocer al otro igual a mí y hacerle un lugar en nuestro corazón. La exclusión no hace más que continuar con el odio en nuestros posgénitos. Sólo depende de nosotros parar la cadena del odio.
El camino del amor a todo, sin excepción, tal como es, nos asegura hacernos cargo de nuestro destino. Entonces podemos decir.
“Yo soy yo y vos sos vos”
“Yo con lo mío y vos con lo tuyo”.
“Ahora es ahora y entonces, fue entonces”.
“Yo aquí y vos allá”.
“Elijo la vida”
“Elijo mi vida”
Lic. Alicia Mabel Alfuso
Facilitadora en Constelaciones Familiares
Por Alicia Mabel Alfuso
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