Silvia AngelLlegué a Constelaciones Familiares por curiosidad y recomendación sin saber de qué se trataba, ya que siempre repetía un patrón de conducta (por más que estaba psicoanalizada más de 15 años). Siempre estuve predispuesta a conocer terapias alternativas y la primera impresión en mi primer encuentro fue desconcierto y un poco de incredulidad. Sin embargo, volví una segunda vez, una tercera y así sucesivamente por más de tres años consecutivos.
Cuando me permití participar como representante en el taller de Constelaciones me dí cuenta que no se trataba de creer, de cuestionar o entender qué sucedía en el taller. Todo lo contrario, dejarme llevar por mis sensaciones, escuchar mi cuerpo fue un reencuentro con mi instinto innato. Me permití aflorar mis sentimientos, percibir, recuperar la empatía por el otro fue un viaje de ida. Constelaciones se convirtió en un camino arduo de aceptación y responsabilidad de “lo que es” y no lo que “yo quiero que sea”. Lo cual fue y es uno de los aprendizajes más difíciles de aceptar. Sin embargo con paciencia y tiempo aprendí a mirar con otros ojos y dejé de echar culpas y sentirme víctima. Con sus grandes defectos y virtudes empecé aceptar, honrar y agradecer a mis padres, mis abuelos, bisabuelos, y todo mi círculo familiar ( y con todo lo que eso conlleva) por haber tenido la valentía de haber pasado la vida para que hoy yo esté presente. Desde ese instante, mi vida fue más aliviadora y sonriente. Probablemente por lo que me enseñaron las chicas mes a mes, el amor empezó a fluir, ya no hay cuestionamientos, hay aceptación y mucho amor.
COMPARTÍ