Paola CorteseCorría el año 2015 y yo me encontraba en un año clave, de esos marcados por fuertes crisis personales que pueden dar lugar a grandes transformaciones. En ese entonces, me habían comentado acerca de constelaciones familiares. Y fui. Como quien se anima a ir a lo desconocido.
Lo primero que me pasó personalmente durante el taller y las semanas siguientes fue una gran apertura mental y una mirada nueva sobre la vida. Estaba maravillada por lo que había visto.
Al mes siguiente quise volver, ya no como espectadora sino para hacer mi propia constelación, y vuelvo a decir, me abrió la cabeza. Pero esta vez, sobre lo que ocurría en mi propia vida.
Los meses siguientes a esa constelación di un gran paso personal que fue irme a vivir sola y salir de la casa de mis padres, lo que implicó también que la relación con ellos mejorara; todos hemos hecho una evolución desde entonces. Y yo he madurado bastante.
Agradezco a las constelaciones familiares que me han permitido ver mi situación desde otro ángulo, no desde los límites de mi propia mente sino desde el plano del alma. Agradezco también a las consteladoras por su trabajo amoroso que hace posible toda esta sanación y evolución.
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