Quien fue Edward Bach?
Edward Bach nació en 1886 en Birmingham Inglaterra y ya a los 16 años sabía que sería médico.
De joven, trabajando en la fundición de su padre observó que el temor por la enfermedad siempre estaba presente en la mente de sus compañeros, pues temían perder su trabajo.
Se recibió muy joven de médico en Londres y pronto se sintió insatisfecho con los resultados del tratamiento ortodoxo, pues si bien muchos de ellos mejoraban y muchos estaban aparentemente curados, no siempre la salud se mantenía.
También había muchos casos de enfermedades prolongadas y crónicas, que no parecían beneficiarse con ninguna forma de terapia. Esto lo llevó a buscar otros métodos de curación, y comenzó a interesarse por otra rama de la medicina, la Inmunología y por la Homeopatía. Creó entonces los “nosodes de Bach” usados actualmente por los homeópatas.
Trabajó incansablemente en el hospital. Se enferma gravemente y lo operan con pocas posibilidades de vida. Resiste a la cirugía y le dan 3 meses de vida. Estando aún muy débil, apenas capaz de moverse, vuelve a los laboratorios del hospital.
De inmediato quedó tan inmerso en sus experimentos que perdió toda noción del tiempo, trabajando de noche y de día, hasta que a la luz procedente de las ventanas de su laboratorio se la llamó "la luz que nunca se apaga".
A medida que pasaban las semanas, olvidó sus propias dolencias y se fue sintiendo más fuerte, y cuando habían pasado los tres meses advirtió de repente que gozaba de mejor salud de la que había tenido en los últimos años.
Esto lo llevó a reflexionar acerca de la razón de su maravillosa recuperación, de su retorno a la vida. Llegó a la conclusión de que un interés absorbente, un gran amor, un propósito definido en la vida constituía el factor decisivo de la felicidad del hombre sobre la tierra, y era, de hecho, el incentivo que lo había llevado a superar las dificultades y lo había ayudado a recuperar la salud.
Su gran potencia intelectual lo llevó a lograr muchos descubrimientos científicos, que aún se aplican en medicina ortodoxa y homeopatía. Pero vio que la medicina tenía pocos recursos para curar y fue entonces que decidió encontrar una manera de aliviar el cuerpo y la mente. Pero eso no era suficiente.
Pronto sintió que se despertaba dentro de él una inspiración divina que es la intuición, la auténtica sabiduría y se sintió dispuesto a abandonar todos los métodos de curación científicos y artificiales y retornar a la simplicidad de la naturaleza
En 1930 Edward Bach decidió irse de Londres y dedicar todo su tiempo a la nueva tarea y al hallazgo de más remedios florales. Llevando consigo unas pocas valijas y el dinero proveniente de la venta del instrumental del laboratorio, partió sin tener planes, sin conocimiento de lo que podría esperarle, de lo que podría ser el resultado de su búsqueda, o, más aún, sin saber qué estaba buscando.
Recorriendo todo el país, en Gales, los condados del sur y del este de Inglaterra, por río y mar, observando a las personas y la naturaleza; contemplando y obteniendo una comprensión de ambas que lo llevó a encontrar el nuevo sistema de medicina floral. Elabora el sistema de los 38 elixires, que junto con el Rescue Remedy forman los Florales de Bach. Antes de fallecer en 1936 dijo “El sistema está completo”.
Por su nueva medicina fue muy resistido por la Asociación Médica de Inglaterra, limitándole su ejercicio de la medicina lo que fortaleció su entusiasmo y actitud de servicio hacia los enfermos.
La sanación del cuerpo y el alma.
Terapia Floral del Dr. Edward Bach
El postulado de Bach es “trata a la persona y no a la enfermedad”. Asumía que las causas de la enfermedad eran estados emocionales negativos como la pena, el temor, la insatisfacción, la impaciencia, la tristeza, etc.
Por lo tanto consideró que los remedios materiales no eran adecuados para algo inmaterial como los son las emociones y que estas no deben ser bloqueadas, ni reprimidas, sino transformadas en su estado positivo, en su forma virtuosa, como lo son la alegría, la compasión, el amor, la confianza, el valor, el perdón, la esperanza.
Para ello abandonó la medicina y comenzó a buscar en la naturaleza, y fue así que encontró, a través de su gran sensibilidad, que las flores de algunas plantas resultaban útiles para transformar las emociones negativas en positivas y de esta manera armonizar el cuerpo y la psique.
Edward Bach fue un médico británico muy conocido en los campos de la patología, la inmunología y la bacteriología. Sus descubrimientos en estas áreas de la medicina fueron pioneras e innovadoras y sus vacunas han hallado un lugar permanente en la medicina homeopática.
A pesar de su éxito médico se sentía insatisfecho. Para él la enfermedad no tenía que ver con una disfunción orgánica y física, sino con el efecto entre el cuerpo y la mente; y los síntomas de una enfermedad eran la expresión externa de la desarmonía entre el cuerpo y la mente, la manifestación corporal de estados emocionales negativos.
Según Bach la enfermedad es puramente correctora y nos da aviso cuando nuestra personalidad se desvía de los dictados de nuestra alma o ser superior.
A través de la Terapia Floral transformamos nuestras emociones negativas en las virtudes que están en nuestro ser, pero que una vez que perdimos el camino, solos nos es imposible re-descubrir o conectar.
Este proceso permitirá transformar el temor en valor y fe, el sentimiento de desvalorización en autoestima, la melancolía en alegría, la arrogancia en humildad, el resentimiento en perdón, la desesperación y el descorazonamiento en esperanza, el escepticismo y pesimismo en optimismo, la indecisión e incertidumbre en decisión y certeza, y así con cada emoción negativa transformándola en una herramienta positiva y permanente para nuestras vidas.
Los remedios florales tienen la cualidad de elevar nuestras vibraciones energéticas y abrirnos a la recepción del yo espiritual; de esta manera la Naturaleza, con su virtud particular, nos libera de lo que es la causa de la enfermedad. No hay verdadera curación si no hay cambio de perspectiva, paz espiritual y felicidad interior.
Los remedios florales ejercen una influencia notable sobre la personalidad y ayudan al bienestar general independientemente de la estructura caracterológica del individuo, pues serán eficaces aún cuando la persona no crea en su acción benéfica e independientemente del nivel de evolución de su conciencia, y su efecto puede ser aumentado sensiblemente mediante el trabajo conciente, lo que implica un trabajo terapéutico en el que la persona comprenda el proceso que lo ha llevado a su enfermedad y acompañe el proceso de su sanación.